La validez de la Hipótesis del Mercado Eficiente podría considerarse desde dos puntos de vista complementarios, utilizando la metáfora de la Mano Invisible de Adam Smith (1723-1790):
- Un pequeño inversor (o un ciudadano).
- Un gestor activo (o un empresario).
Pero seguramente no sepamos llevar un bar, ni seamos peluqueros, ni mecánicos. Sin embargo podemos evitar la “ineficiencia” de hacerlo nosotros, de fermentar nuestra propia cerveza, cortarnos el pelo a nosotros mismos, o reparar nuestro coche; simplemente confiando en profesionales.
Alguien podría criticar que es insensato vivir pensando que vamos a encontrar un bar, una peluquería, o un taller mecánico cuando lo necesitemos. Pero en la práctica sabemos que es así, podemos confiar en que siempre habrá un profesional para proporcionarnos el servicio. Que allí estará la Mano Invisible de Adam Smith para resolver nuestra necesidad.
Del mismo modo, los pequeños inversores no tenemos que preocuparnos por la contabilidad de las empresas, la tendencia de sus precios, ni sus noticias en prensa. Simplemente el mercado existe y los precios de los activos tienen sentido. Si el precio de un activo fuera a todas luces incorrecto, ya aparecería algún actor del mercado comprando y vendiendo, a crédito si es necesario, hasta corregir la discrepancia.
De igual manera, en un mercado libre, si en el barrio hubiera demanda para una peluquería, alguien abriría una peluquería, dando el servicio y recibiendo ingresos a cambio. Tantas peluquerías como hagan falta hasta satisfacer la demanda, hasta hacer desaparecer la ineficiencia y volver al mercado eficiente.
Todo esto es especialmente válido para un inversor indexado, que aspira a recibir la rentabilidad justa por el riesgo tomado (según sabemos por el modelo CAPM).
Por otro lado, si el pequeño inversor compra y vende acciones según tendencias o informes contables, entonces está actuando como un gestor activo, y por tanto compite con los demás gestores activos. El rendimiento que obtenga de su inversión dependerá de lo que consiga obtener al competir con los profesionales.
Es lo mismo que sucede si un pequeño inversor abre un negocio, como un bar, donde el resultado que obtenga dependerá que lo bueno que sea satisfaciendo las necesidades de sus clientes, en competencia con los demás bares de la zona.
A diferencia de un pequeño inversor, un gestor de fondos no puede aceptar que el mercado es eficiente, porque se dedica precisamente a encontrar ineficiencias y obtener un beneficio de ellas. Del mismo modo, un empresario abre un negocio con la esperanza de obtener beneficios. ¿Cómo va a ser eficiente el mercado? El empresario tiene que montar la empresa y dar el servicio, trabajar para poder cobrar, sus decisiones tienen un impacto directo en sus ingresos.
De este modo, buscando las necesidades de la sociedad, los empresarios crean negocios que nos proporcionan servicios, creando una sociedad rica. Y del mismo modo, los gestores de fondos de inversión ven ineficiencias en el mercado, y con su trabajo las aprovechan, obteniendo grandes beneficios, y en última instancia generando un Mercado Eficiente desde la perspectiva de los pequeños inversores.
En resumen, las personas tenemos esta doble faceta en nuestras vidas. En algunos aspectos somos consumidores (demandamos bienes y servicios) y en otros aspectos somos productores (en nuestro trabajo, o montando una empresa). Ser productor es duro, porque hay que satisfacer las necesidades del cliente o del jefe. Mucho mejor ser consumidor, porque cuando el mercado funciona, es quien elige. Por eso el objetivo es ser consumidor en los aspectos de nuestra vida en los que no tenemos buenas habilidades, y ser productores solo en lo que somos mejores que los demás, en nuestro trabajo.
Finalmente, diría que esto enlaza con el concepto económico de Ventaja Comparativa de David Ricardo (1772-1823): que las personas/empresas/países se centren en producir los bienes/servicios que generan empleando menos recursos que los demás.